Las capas de luz que dan vida
Y embellecen una ciudad


La luz es la materia más intangible con la que trabajan diseñadores y arquitectos. Y al mismo tiempo es primordial para el ser humano y para dar vida al resto de materiales. Con ella se imprimen múltiples matices en los espacios que habitamos, ya sean privados o públicos. En la ciudad, el proyecto de iluminación se vislumbrará con la arquitectura y el urbanismo de manera indisoluble. Y las nuevas tecnologías de digitalización emergen como nuevo input a introducir durante el desarrollo del proyecto, que amplía infinitamente las posibilidades.
El alumbrado de una ciudad está formado por múltiples capas de luz. La luz funcional para los recorridos peatonales que, al mismo tiempo, debe proveer confort visual. La que ilumina el patrimonio arquitectónico y nos permite leerlo en el paisaje urbano y orientarnos. La luz privada de los comercios que se extiende en la calle y tiene su influencia en el espacio público. O la capa de los medios: la publicidad que en ocasiones toma todo el protagonismo y configura la iluminación pública de una zona.

Dar coherencia a las capas de luz
Para Michela Mezzavilla, arquitecta y lighting designer fundadora de studio reMM y cofundadora del despacho MMAS Lighting Design Studio, todas estas capas de luz confieren gran complejidad a los proyectos que forman parte del paisaje urbano. “Hay que observar cómo juegan las distintas capas entre ellas. En todas las ciudades debería existir un máster plan de iluminación de la ciudad, que les diera coherencia”, señalaba en su ponencia sobre estrategias para “Embellecer una ciudad mediante la iluminación”, en el Simposio Simon 100 Años recientes iluminando ciudades, que ha tenido lugar en La Casa de la Luz de Madrid.
“Cuando hablamos de embellecer – puntualiza Michela Mezzavilla- se puede asociar a maquillaje. Aunque de lo que se trata es de dar un valor visual a las ciudades, pues revisten mucha complejidad”. Como lighting designer utiliza diferentes herramientas y recursos, que abarcan gestionar los distintos equilibrios de luminancias, trabajar con el contraste, con acordes o con diferentes tonalidades de luz. Sin embargo, lo más importante para ella es que todo forme personas. arte de un discurso, de una narrativa que ayude a interpretar los espacios y hacerlos más vivibles y más interesantes
Las ciudades de la luz
En su intervención, la arquitecta recordó como históricamente “la ciudad hermosa por excelencia, es la llamada ciudad de la luz. En nuestro imaginario, París”. Allí la iluminación tiene su peso y se desarrolló un proyecto específico urbanístico, en relación a su monumentalidad. La luz también se asocia a una urble emblemática como Nueva York, de la que se dice que nunca duerme. Sin embargo, Mezzavilla remitió a diferentes concepciones culturales de la luz, mencionando la belleza de los patrones de sombra de la cultura nipona, con El Elogio de la sombra de Tanizaki como gran referente. O la cultura de las ciudades nórdicas que utilizan menor potencia de luz. Una visión de la luz “como un precioso bien. Especial como una joya”. Para Mezzavilla, en el actual contexto energético «podemos empezar a mirar la luz casi como un lujo, que dosificamos».

La belleza de la instalación efímera
Between Silence and Light, instalación efimera, de reMM, año 2013, foto Roberto Eleuteri
La arquitecta destacó también otra capa de luz relevante en las ciudades: las cada vez más valoradas instalaciones efímeras de luz, con los festivales de iluminación como gran plataforma para experimentar y difundir la cultura de la luz. “La participación ciudadana en los festivales –según Mezzavilla- es importante. Al disfrutar de la luz, las personas se hacen más conscientes de ello. Y es un factor transformacional para la luz. La instalación efímera es narrativa y juego. Y la gente puede conectar con lo que ocurre”.

